El principal descubrimiento de la novela es su protagonista: Sofía Luna, una inspectora transexual que en el momento de la investigación del crimen, que da pie a la novela, acaba de cambiar su identidad de hombre a mujer. Casi suena a canción de Julio Iglesias, pero no puede ser más diferente. El inspector Carlos Luna lleva un par de años hormonándose para cambiar de sexo, la operación que finalizará el proceso todavía tardará en llegar pero, el inspector, ya ha conseguido el cambio de nombre en el carnet de identidad. Cuando comienza la investigación del crimen del hijo de un célebre escritor, Carlos es un hombre, al día siguiente es una mujer, Sofía y como tal aparece en la escena del crimen.
“El final del hombre” es una novela negra feminista. La sociedad se está transformando desde el machismo más ancestral al feminismo más moderno. La situación que plantea Antonio Mercero rompe los esquemas más conservadores e introduce una nueva variante: el cambio de sexo, de varón a mujer. ¿Está la sociedad preparada para afrontar estos cambios? Si hay un género que puede acometer una situación así, ese es el género negro. Un género que analiza la sociedad actual como ningún otro género literario la analiza.
Antonio Mercero juega en su novela con dos variables muy potentes. Por un lado, la novela es una típica investigación policiaca. El oficio del autor hace que nada sea previsible y que los giros de la trama sean constantes para que no intuyamos, hasta las últimas páginas, quién es el culpable de un caso que se va complicando según avanzamos en la lectura de la novela, hasta tal punto que el lector ya no sabe muy bien cuál puede ser la solución.
Por otra parte, nos encontramos con una novela de claro contenido social donde el cambio de sexo de la protagonista afecta a todos los personajes de la novela, empezando por su familia y terminando por sus compañeros de la comisaria, pasando por los posibles sospechosos u otros actores de la trama. Es en esta vertiente donde el escritor madrileño se muestra más original y, a la vez, polémico. Los cambios que se están produciendo en el cuerpo de Sofía influyen en algunos pasajes de la novela, y siempre para bien. Mercero disecciona las diferentes posturas de los protagonistas con fina ironía y humor. Dosifica de manera prodigiosa la investigación criminal con la vida personal de la protagonista, dando así una visión poliédrica de los protagonistas.
La novela está escrita en tercera persona, quizá para dar la sensación de objetividad. Si la hubiese escrito en primera persona, con los ojos de Sofía, la visión estaría sesgada por la experiencia de la protagonista. Antonio Mercero trabaja a la perfección tanto a los personajes como a las situaciones. Diálogos chispeantes, en ocasiones, dan paso a conversaciones de una dureza muy al estilo de la novela negra americana. El hallazgo de esta protagonistas es uno de sus grandes logros, tal es así que ya tiene previsto una segunda parte y quién sabe si no se convertirá en una protagonista de una serie de larga duración. Estaremos atentos a Sofía Luna, una detective que ha llegado a nuestras librerías para quedarse.
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